El Gobierno de Xi Jinping se apresura en los últimas días a comprar oro para enfrentar la profunda crisis en la que está, con la caída del mercado inmobiliario, la disminución de exportaciones y la deflación, reportan medios especializados.
El Banco Central de ese país reconoció que el mes pasado elevaron sus reservas por noveno mes consecutivo, con las provisiones de lingotes aumentando en 740,000 onzas troy (unas 23 toneladas), llevando el total acumulado del país a un récord de 2,137 toneladas.
Datos de julio pasado de la Oficina Nacional de Estadísticas de China (NBS, por sus siglas en inglés) señalan que el índice de precios al consumidor (IPC) cayó un 0.3 por ciento interanual, y el índice de precios al productor (IPP) registró una disminución interanual del 4.4 por ciento, tras una baja del 5.4 por ciento en junio.
Estas cifras se traducen en el aumento de la deflación en el gigante asiático, aunque el régimen ha prohibido hablar al respecto.
Según siete especialistas entrevistados por el medio Financial Times, sus empleadores les comunicaron que algunos temas estaban vedados de la discusión pública.
Mientras esto sucede, la Comisión Reguladora de Valores de China (CSRC, por sus siglas en inglés) comenzó la cacería de brujas y acusó a los analistas de exagerar el estado actual de la economía.
“El regulador no quiere escuchar en público comentarios negativos sobre la economía. Quieren que interpretemos las malas noticias desde una perspectiva positiva”, indicó una de las fuentes.
A la misma vez, un portavoz de la Oficina Nacional de Estadísticas de China dijo que “la deflación no existe ni existirá en el país”.
Otros reportes de los últimos meses dan cuenta de la crisis. Según un informe de la agencia Associated Press (AP), la economía china creció solo un 6,3% entre abril y junio pasado, muy por debajo de las expectativas de analistas especializados, lo que demuestra un estancamiento.
